La Guerra Civil y el Reader's Digest

En mayo de 1961, después de más de treinta años en el poder, Rafael Trujillo, el dictador de la República Dominicana, fue asesinado a tiros cuando un grupo de disidentes le tendió una emboscada a su Chevrolet Bel Air 1957 en una carretera de las afueras de la capital, Santo Domingo. En 1962 se celebraron nuevas elecciones y el profesor y escritor Juan Bosch salió victorioso. Sus políticas socialistas, que incluían la redistribución de tierras, la nacionalización de ciertas propiedades extranjeras, intentos de poner a las fuerzas armadas bajo control civil y la legalización del divorcio, provocaron la oposición de los oficiales militares, la jerarquía católica y la clase alta, que temía otra Cuba. En septiembre de 1963, Bosch fue derrocado por un golpe militar de derecha encabezado por el coronel Elías Wessin y fue reemplazado por una junta militar de tres hombres. Bosch se exilió en Puerto Rico. Posteriormente, un presunto triunvirato civil controlado por trujillistas, con Donald Reid Cabral como líder, estableció un gobierno de facto.

     En abril de 1965 estalló la guerra civil. El creciente descontento con Reid Cabral y su gobierno desencadenó un segundo levantamiento militar que pedía la restitución de Bosch. El Palacio Nacional fue tomado por los rebeldes, también conocidos como los Constitucionalistas, que eran leales a Bosch e incluían oficiales liberales del ejército y combatientes civiles bajo el mando del coronel Francisco Caamaño. Las fuerzas armadas conservadoras, llamadas Leales y comandadas por Wessin, respondieron de inmediato atacando Santo Domingo con tanques y aviones.

     Yo no viví en carne propia la muerte y la destrucción que causó la guerra debido a que la mayor parte del conflicto armado ocurrió en la capital del país, Santo Domingo. Mi familia vivía en Santiago, en el interior de la isla. Sin embargo, recuerdo claramente un día en que escuchamos un ruido ensordecedor que provenía del cielo, parecido a disparos de ametralladoras. Cuando todos salimos a la calle para ver de qué se trataba, vimos el cielo lleno de helicópteros, de esos que se ven en las películas sobre la guerra de Vietnam. Yo tenía sólo nueve años de edad, y me impresionaron aquellas máquinas voladoras, pero también me aterrorizaron porque sabía que algo terrible estaba sucediendo. Le pregunté a mi tía, “¿Qué está pasando?” “Los yanquis nos están invadiendo”, respondió ella.

     Los elementos del ejército que estaban en contra de Bosch habían solicitado una intervención militar americana. Pero además, el presidente americano Lyndon B. Johnson, convencido de la inminente derrota de las fuerzas Leales y preocupado por la posibilidad de una segunda Cuba a las puertas de los Estados Unidos, autorizó el envío de 20,000 soldados americanos a la República Dominicana con el fin de restablecer el orden y, supuestamente, para proteger y evacuar a los ciudadanos americanos y otros extranjeros, en lo que se conoció como Operación Power Pack.

     El transporte desde los pueblos del interior hacia Santo Domingo se vio interrumpido. Papá tenía una hermana que vivía en la capital y de la cual no había tenido noticias durante un tiempo. En la cama de un camión clandestino logró ir a la capital y llegar hasta el barrio donde vivía la tía Pulia. Su casa, como otras del barrio, había sido saqueada y abandonada. En ese momento no había manera de saber si ella y sus hijos estaban vivos o muertos. Pero preguntando a cada uno de los que quedaban en el barrio, papá se enteró de que su hermana había huido con sus hijos a otra parte de la capital. El caso es que pudo encontrarla, y, junto a sus hijos, solamente con la ropa que llevaban encima, lograron cruzar el río Ozama en un bote, y del otro lado pudieron encontrar otro camión ilegal que los trajo de vuelta a Santiago.

     Después de cinco meses de lucha entre el pueblo y una facción de las Fuerzas Armadas dominicanas por un lado, contra el ejército estadounidense y otra facción de las Fuerzas Armadas dominicanas por el otro, el conflicto llegó a su fin. Más tarde, en septiembre de 1966, las tropas internacionales se retiraron del país y se celebraron elecciones democráticas, en las que Joaquín Balaguer, un ex partidario de Trujillo, fue elegido presidente. Entonces volvimos a una paz precaria, a algo que podía llamarse normalidad, bajo el gobierno de una pseudo democracia.

      Creo que fue en esa época cuando se despertó en mí la pasión por la lectura. Primero empecé leyendo las historietas como “Joyas de la Mitología” y “Korak, Hijo de Tarzan”; luego pasé a leer “Selecciones del Reader’s Digest” que me prestaba mi amigo Mauricio, porque yo no podía comprarlas. Todos los domingos mi padre me daba quince centavos: diez centavos para ver una película en el Cine Odeón, y cinco centavos para comprar un sandwich o una fundita de maní. Después, cuando mi mesada aumentó a 25 centavos, podía ahorrar 35 centavos al mes para comprar el “Reader’s Digest”. Posteriormente me dediqué a leer novelas. “La Isla del Tesoro” de Robert Louis Stevenson fue mi primera. Iba todas las tardes a la biblioteca Amantes de la Luz a leer, ya que los libros no se prestaban y yo no tenía dinero para comprarlos.

© William Almonte, 2024